viernes, 13 de febrero de 2009

La Banca (sin terminar)

La banca antigua del parque espera por las tardes… los peatones apurados, el humo de los carros, gente en general. Pero en medio del jardín hay una banca de madera triste y solitaria un poco alejada de las demás. De pocos compañeros descansa mirando a las personas pasar.

Nos visitamos de vez en cuando y creo que nos entendemos bien. Su áspero respaldar es suficiente para recostarse a leer. Por aquí no hay mucho ruido, y me puedo transportar dentro de las líneas y puedo imaginarme exactamente como debe ser… “El cuervo mirando alrededor espera sigiloso la llegada del amo, el fugitivo Dr. Smith…” Puedo sentirme dentro del calabozo siendo observada por el cuervo, su gran pico…

Siempre estamos solas banquilla de la paz. Aquí donde puedo transformarme en la Sra de Bustíos que atrapada en su casa de cristal, piensa todavía en el olor de los jazmines de la entrada. Donde todas las páginas se hacen poco a poco realidad y se desvanecen cuando comienza a llover y es hora de partir.

Cuando baja el sol es momento de reencontrarnos, la luz aun chispeante me deja ver por un par de horas las letras más pequeñas del libro más antiguo de mi estante. A veces me siento a pensar, ¿Quién te habrá dejado cálida como estás ahora? ¿Algún visitante como yo o solo un gato pasajero y dormilón? Ayer encontré un periódico algo viejo sobre tus grietas, que noticia habrás querido encontrar banquita, ¿algo quieres averiguar?

El furioso Mr. Ed ha decidido tomar el toro por las astas, nunca más será pisoteado por un “doctorsucho” inepto y prepotente- se decía una y otra vez, hablando siempre de si mismo en tercera persona. El consultorio de Charles Smith seguía aún vacío con una luz tenue como esperando al doctor. Los pacientes intranquilos reclamaban sin cesar. Solo para arreglar líos estoy yo, “sí, sí señora ya llegará… pero si quiere la puedo atender yo, ¿que dice? ¿No? Bueno, entonces espere”.

Hasta la semana pasada siempre te encontraba fría, como si estuvieras esperando a que llegue para calentarte. Pero, en los últimos días no pareces haber estado sola, están cálidas tus sombras, alguien ha estado por aquí y creo que no me quieres decir.

La cama está tendida señora, de una fría sábana de fibra de vidrio. Y los paneles del techo ya están perfectamente limpios para que pueda ver el sol por la mañana. El señor ha salido, como con todos los amaneceres y ha dejado dicho que cuando vuelva le traerá en un frasquito el aroma a jazmín.

A veces me doy un tiempo para dormir en el parque, descansar mientras las historias se paralizan y no se dejan leer. Y siento de pronto como si alguien me estuviese observando, no se si en sueños no se si en verdad. Pero despierto de pronto con un poco de frío por la brisa y con el libro aún abierto en la página dieciséis.

Son, entonces, pocas las veces en las que Charles Smith llega temprano y brillante… lejos de su misteriosa apariencia y su sombrero azul. No muchos lo hemos visto partir en su Volvo de colección hacia el 356 de la calle Wellintong y creo ser la única que persona que lo ha visto sonreír, maliciosa y pausadamente. Pero si el director supiera que yo Ed Bresh soy el único capaz de revelar todo el sucio trato que guarda con Smith, me tendría más respeto y no volvería a levantarme la voz. No puedo comprender, como nadie se da cuenta que existe algo raro entre esos dos. Los pacientes entran y salen y ninguno parece estar mejor, aún así regresan puntuales y sombríos uno a uno a la puerta del doctor.

Hace un par de días que me estoy distrayendo un poco al leer, me gustaría tener alguien más a quién contarle mis historias, las que voy construyendo con mis libros… si, si entiendo banquita pero tu no me puedes responder.

Cada vez que la sra. de Bustíos despierta su marido se ha ido a cortar que se yo flores en el jardín. Y a veces se siente un poco sola entre las paredes de vidrio y la gente vestida de gris. Si yo amara así, como la señora, tal vez me seria suficiente amar sin siquiera recordar al señor Bustíos. Si el amor fuera tan grande como escriben aquí yo seria feliz recogiendo los frasquitos de jazmín que deja el señor por el cuarto y mirando a través de la ventana el paisaje verde y azul.

Cerca de las cuatro cuando estaba apunto de doblar para encontrarme la banquita me llamó la atención un chico de pelo negro y mirada tardía que se acababa de levantar de mi banquita con un libro bajo el brazo y un extraño morral. Parece, banquita, que tenemos un nuevo compañero, muy simpático la verdad con cierto aire a Mr. Ed en un día soleado.

Hoy me he puesto a pensar un poco en otras cosas y he dejado un par de mis libros reposando bajo el sol. El doctor Smith ha amanecido hoy un poco más misterioso que de costumbre y el solo hecho de verlo temprano sentado frente a su escritorio le pone los pelos de punta al curioso Mr. Ed. Y podría llegar a pensar que es muy parecida la sensación que siente la señora Daniela Rosales (viuda ahora de Bustíos) cuando nace en ella, como todas las mañanas, una ligera sospecha sobre el frasquito nuevo de jazmín.

Hace ya mucho que el señor Bustíos dejó de venir y que los sirvientes se enteraron de su triste fallecimiento en una zona muy alejada del pueblo, pero la señora Rosales jamás supo –y esperemos que nunca se entere- que los frascos de jazmín eran recolectados desde hace ya un par de meses por el jardinero de la mansión. Y es que, pobre la señora Daniela siempre creyendo que los largos viajes del señor eran de negocios, que los días y las semanas fuera de casa no eran para nada de placer. Tal vez el se sentía también un poco solo entre tanta transparencia de los cuartos. Esa extraña manía de mi mujer –decía él- con que todo sea perfectamente claro, hasta las paredes ¡dios mío!

Por qué has pasado de ser solo mía a buscar compañía en otros lares banquita, ¿no soy suficiente para ti? Quien es ese que te deja tibia cuando yo llego. Parece ser otro truco de Mr. Ed.

(CONTINUARÁ)

domingo, 4 de enero de 2009

Sueños

Soñé..

Estaba en mi colegio pero las escaleras se habían fusionado de cierta forma. Llegue hasta el techo donde la división entre del salón de quinto y de cuarto se había hecho mucho más grande, allí encontré sentado y meditabundo a Constantino. Me asusté pues supe enseguida que estaba muerto, pensé que solo yo lo podía ver. Estaba sentado allí en una banca con su típica camisa pero muy muy pálido.. allí sin decir nada, observando. Pronto lo oí decir un par cosas... todo lo que salia de su boca eran "sies" o "nos" indiferentes. Comprendí, pues alguien me lo dijo, que este nuevo ente que deambulaba por el colegio era como el alma inconciente de Constantino, incapaz de pensar... como una máquina automática y sin reales sentimientos. Me sentí frustrada, triste, infeliz. Lo tenia frente a mi y no podia correr a abrazarlo, era solo un pedazo de nada... un espíritu palpable que todos veían pero que nada podia sentir. Esperé un momento.. un poco indecisa, no sabía si debía irme o intentar hablarle aunque fuese en vano. Delante mío un partido de futbol dio inicio y mientras no le prestaba atención y solo observaba la mirada perdida de él lo vi sonreir y guiñarme el ojo! ¡QUÉ!? No podía creerlo. Un segundo después estaba él, aparentemente indiferente, hablandoles a todos dando indicaciones formando de nuevo parte de todo. Comportandose de lo más normal, viviendo otra vez.

Que significan mis sueños? Algo me quieren decir en realidad? Solo sé que me tranquiliza aun recordar a las personas que se han ido. Aun, aunque sea en sueños, sentir eso que me causa mirarlas. Saber que aunque ya no esté y todos creamos que ya es solo un recuerdo, sigue siendo parte de todo... sigue de alguna extraña forma guiándonos, enseñándonos otra vez.

Que extraño es soñar...
Que bueno poder recordar.

martes, 16 de diciembre de 2008

Poemas, 2

1

Hubo una confusión
Una fusión de distintos elementos
El terreno árido sorprendido entonces
Intenta entender a la lluvia que cae
Fuera de su época, sombría y ácida.
Y es que ahora, muy ahora
Ya no se puede saber si
La verdad no es mentira
Si el cielo nos dejará de sorprender.
Últimamente el sol sale con más fuerza
El invierno está un poco celoso
Por haberse visto desplazado así, de pronto.
En realidad, así se moje tranquila la piel
Bajo la garúa tardía, como saber
Si no es tan solo el propio sol
Jugando a dejar de ser amarillo.
Como estar seguro de todo, si
Hasta el viento se camufla
Si el cielo puede parecer tan celeste
En un día alegre y tan gris
En una noche triste
Hubo una confusión
Pues parece que la luna abandonó
La discusión

2

Ayer soñé con extraños mounstros japoneses
Eran redondos e imponentes
No pensé soñar con ellos y lo hice
No pensé sentirlo cierto y lo hice
Como pedirles a ellos entonces dejar el juego
Impedirles corretear buscando nuestras mochilas
Si no pensé en asustarme y lo hice
No pensé creerles y lo hice
O tal vez comienzo a sorprenderme a mi misma
O mis sueños quieren sorprenderse a si mismos
En serio no pensé verme en mi sueño
Pero sobretodo no pensé antes del sueño
Extraños mounstros japoneses,
de sombreros redondos
Y caras caricaturescas de risas
acompañadas de música
No pensé pensarme en mi sueño
Y aún veo maso menos
como siguen mis pasos
como si fuesen a regresar por mis mochilas
que nunca encontré pues cuando desperté
no pensé en comprarme una como la soñé,
como una señal del gran almacén del cielo
que ansioso publicitaba sus productos en mi mente.
No sé, no creo haber pensado mucho…
Creo que solo soñé

miércoles, 3 de diciembre de 2008


Por un cumpleaños
Y aunque no le guste celebrarlo…


No se que tanto me hace sentir la música, o tal vez sea solo el hecho de pensarte. Porque sino pensara realmente en el viento no tendría por qué escribir. Y es que te haz vuelto parte de un juego, que me ha puesto la vida para descubrir. Que quiere ser explorado y disfrutado a través del verde tapiz de la entrada y el fulgurante marrón de las vigas. Hace mucho que te sueño, pienso y demás verbos sobre ti… y no sé si es porque no estás, porque estuviste o porque te vas, y no logro comprender si es este el suceso… o vendrá después.

Me gustaría haber despertado entendiendo un poco más esta vez y no solo dormir para luego sentir que todo, de todas formas, sigue siendo un sueño. Quiero que todo vuelva a ser como antes, o como el recuerdo vago que tengo sobre lo que fue. Y no caer de nuevo en el círculo vicioso de soñar para intentar despertar nuevamente con recuerdos. Quisiera poder ser todo lo que me dicen que soy, verme al espejo y reconocerme.

Comprendo cuando sientes que no te escucho, porque me quedo absorta analizando tu pelo. Pero es que no se que tiene tu piel dorada que brilla ante mi ojos y me envuelve hasta no ver nada más. Tengo clavada en mi mente tu sonrisa, tus dientes blancos, tus labios carmín. Cierro los ojos y escucho tu risa, tus palabras cálidas, el vibrar de tu voz. Salíamos a caminar por parques, veredas, jardines y demás… tomados de la mano cual novela romántica. Diciéndonos aparentes tonterías, hablándonos muy cerca. Y es que, después de todo, que importancia tenía que todo se viera por fuera tan superficial, tan cursi, tan vacío si por dentro era todo tan real. Tal vez nosotros mismos nos engañábamos para querer querernos más. Y si mintiéndonos juntos éramos más felices entonces que sentido tenia pensar las cosas mucho sino nos parábamos a disfrutar.

Recuerdo a veces haber sentido que la música se impregnaba de nosotros mientras sonaba en el equipo, mientras se proyectaba entre los dos y nos quedábamos pensando. Y luego, lunes otra vez sobre la ciudad. Lunes, como siempre, repleto de ti y de mí conectando el domingo muerto para comenzar otra semana sin fin. Todo es tan extrañamente perfecto y normal, como si siempre hubiese sido así… como si no hubiera sido difícil encontrarte en medio de todo, como si esto que vivimos hoy hubiese estado aquí siempre.

No estoy muy segura de porque pero no siempre veo lo mismo cuando me quedo mirándote y asumo que vas cambiando por horas. Que tu color es el tiempo y que tu piel la estación. Porque ya no me parece necesario recordar tu rostro, solo necesito tus manos para sentirme parte de ti. Y he descubierto que no importa olvidarme un poco de cómo eres físicamente si todavía mi piel te puede sentir. Si aunque cada vez me cueste más recordarte a primera vista igual, cuando me cantas, termino de saber que eres tú.

Antes, huíamos del ruido de la calle hacia la pequeña entrada de nuestra casa marrón para sentarnos en la hamaca y escuchar alguna canción. Siempre que estuvieras cerca podía cerrar mis ojos y escuchar tu latir dentro de cada estrofa, en toda la melodía de la canción. Y es que algo en ti transformaba mis sentidos y los descontrolaba para apuntar siempre solo y para ti… como si fueran tuyos. Pero ahora, que no recuerdo mucho el sabor de las cosas, tengo todavía una forma de describir todo… comparándolo con tus besos, tus caricias y tus ojos color tiempo. Porque después de todo, todo es más bello si olvido algunas cosas, para descubrirlas de nuevo imaginándolas en ti.

No sé como explicarlo bien, porque ahora no sé mucho de nada y no puedo estar segura tampoco. Desperté sobre un piso de madera oscura, enredada a una sábana blanca en una casa un poco gris. No hay nadie y no sé que hago aquí. Siento como si me doliera mucho la cabeza y no puedo recordar quien soy. Hay algunas fotos… un hombre con la cara recortada y una chica muy parecida a mi… ¿a mi? Bueno, a la chica que ahora veo en el espejo y que me sigue a donde vaya cuando me veo en el… está ahí al frente, supongo que soy yo. Pero ¿quién soy?

Te quejas, mi amor, porque no miro nada más que tus manos. Tus dedos largos y raros, tus muñecas grandes, tus pulseras de color. Pero quiero verlas, olerlas, sentirlas para no olvidarlas nunca… para recordarte con ellas y nunca más dudar. Porque no quiero que sepas que a veces me cuesta recordar tu nombre, pero sé que te sigo amando y que aunque dude un poco de ti de mí de esto cuando no nos vemos… sé que aunque sea por tus manos te puedo reconocer. Que eras tú quien me cantaba de noche, con quien leía hasta el amanecer. Sé que te quiero a ti y a nadie más aunque hoy no sé si eres él o él… o ese de allá pero estoy segura de que cuando miré tus manos lo sabré.

Dicen que soy callada y que no tengo muchos amigos. Que antes vivía con un hombre muy lindo… ese de las fotos recortadas, que se niegan a ser vistas. Pero yo podría asegurar que no, que no existe nadie… y bueno, que no se quién soy. Que jamás estuve aquí y que toda esa familia que me dicen que nunca tuve vendrá a rescatarme de este abismo de preguntas, de este hoyo negro de problemas, de esta hamaca fría y apolillada de la entrada. Quiero soñar otra vez que recuerdo todo, que sé que hago y que ese hombre que me ama tanto estará aquí cuando mis ojos se vuelvan a abrir. Pero entonces, quiero dejar de despertar si cuando amanezca todo parecerá igual. Quiero, necesito, después de haber olvidado tanto… olvidarlo todo o comenzar a recordar. Porque esa imagen de alguien de espaldas, de pelo largo y negro está invadiendo demasiado mis pensamientos, y quiero borrarla o comprenderla por completo pero ya. No quiero soportar más.

El viento, que hoy está frío y gris, me cuenta que tu piel estará un poco más oscura por la noche y no hago más que esperar sentada en la puerta la llegada de tu maletín azul. Con todas esas cosas que me prometiste mandarías antes de volver, con los libros de carátulas recicladas y hojas medio amarillentas. Hace un par de meses te fuiste prometiendo que me mandarías unos libros antes de regresar. Esperé tranquila sobre la hamaca… hasta que en medio del jardín divisé a un hombre que traía en brazos tu maletín azul. Tenía un gorro blanco que le cubría todo el pelo, los ojos claros y los labios carmín. Era un chico muy lindo, de aire interesante. Me miró y sonrió dejándome ver sus blancos y perfectos dientes. En ese instante corrí hacia la mitad del jardín lo abracé muy fuerte y le agradecí mucho. “Por fin llegaron mis libros, Joaquín me dijo que los enviaría hace tiempo”. Emocionada tomé yo misma el maletín rozando sus pulseras de color, sus grandes muñecas y su piel color estación y corrí a sentarme para poderlo abrir. Él se quedó pasmado, como si hubiese esperado un saludo más largo, tal vez lo asusté un poco con mi reacción pues me puse muy feliz y no le di mayor importancia a nada más, quería ver los libros y empezar a recordar… se puso un poco pálido hubiera jurado que casi apunto de llorar se dio la vuelta y retrocedió muy lento, para nunca regresar. Cuando levanté la vista, lo vi alejarse y me sorprendió un poco su pelo negro y largo su caminata melódica y sin fin.

Ahora, que no tengo mucha idea de nada, se me hace extraño pensar que todo esto que siento al tratar de recordar jamás será claro. Y que todos esos sentimientos que me dicen que tuve desaparecieron y no los puedo recordar. Me dijeron que te fuiste porque creíste que te deje de amar y tampoco podría saber si realmente lo hice.

Que es al final el amor… sino tan solo eso que nos hace sentir, si ya no es lo que se ve a simple vista sino mucho más. Y cuando uno olvida lo que realmente es, y aun cerrando los ojos y escuchando la voz no lo puede reconocer… entonces de que sirve amar, si todo es solo externo. De que sirve que despierte entonces, que intente pensar… si prefiero soñar que te conozco, que exististe, que existirás y aunque sea por un momento no volver a olvidar.



En este cuarto, un poco oscuro y vacío, no reconozco muchas de las cosas… pero hay un maletín azul que reposa sobre la ventana que me parece algo conocido.

Ayer apareció en la entrada un chico de pelo largo y algo flaco. Me miró sonriendo, corrió hacia mí y dijo.

“Mírame, no sueñes tanto por alguien que no puedes recordar, respuestas no las hay… no las busques… ya no soy el que fui hace un tiempo, no recuerdes olvida, y conóceme otra vez …comencemos aquí, ahora mismo… me quedaré aquí junto a ti, no hasta que me recuerdes sino hasta que me conozcas otra vez”

Y así, de pronto y sin saberlo no tuve nada más que recordar. Ahora, que estas aquí y eres esto que me haz dejado conocer no necesito nada más pues para que buscar tanto donde nada se puede encontrar, porque no dejarte conocerme y descubrirte nuevamente. Eres esto que ahora entiendo, que siento y que amo… y he decidido no volver a pensar en el pasado porque prefiero olvidarte en las noches mientras sueño y me abrazas… y despertarme para enamorarme de ti una vez más. Prefiero conocerte día a día y cambiar contigo, amor.

Porque solo necesitaba que regresarás, que decidieras compartir esto conmigo y lanzarte a quererme tanto como para demostrármelo cada mañana. Y pensar que ahora, que todo es tan normal, tan cotidiano... Aun lo haces especial.


domingo, 16 de noviembre de 2008

ESTO NO ES LA CENICIENTA

Este año nos tocó a nosotros, ahora quinto de media, llevar a cabo esta tradición en el colegio que es la obra de teatro. Luego de algunos tropiezos comenzamos al fin con las clases y los ensayos, en el transcurso mucha gente entró y otros salieron. Pasamos por muchas obras hasta elegir esta, La cenicienta, que luego transformaríamos y adaptaríamos a nosotros para al final obtener esta que es la “NO cenicienta”, pues decidimos que era eso lo que queríamos, que no fuese el clásico cuento de hadas ya visto un millón de veces, sino algo diferente y que en cierto sentido sorprendiera al público.
Fue un largo proceso, no solo encontrar un director sino también encontrarle la esencia a la obra y el verdadero tema del que iba a tratar.
Puedo decir ahora -que ya han pasado muchos ensayos- que la obra no solo se trata del simple amor entre dos personas diferentes, sino de cuánto uno puede ser golpeado por la vida y aún así ser distinto a lo que todos esperan. Pero sobre todo de la pasión acerca de lo que haremos en esta nueva etapa con nuestras vidas, de la verdadera vocación.
Y es que, ¿no es eso en realidad por lo que hemos pasado todos este año? Algunos más y otros menos, pero todos hemos tenido esa duda sobre lo que vamos a ser… sobre el qué nos queremos convertir. Al final todo se remite a eso a una gran pregunta, ¿Cuál es nuestra verdadera vocación? Y creo que ésta solo puede ser respondida después de meditarlo mucho y encontrar con qué nos apasionamos realmente y nos hace ser felices.
Siempre creí, y aún creo, que actividades como estas son propuestas por el colegio y los profesores para unirnos un poco más en lo que se nos va del año y de alguna forma despedirnos diciendo que pudimos trabajar juntos y que todo este tiempo antes de irnos fuimos realmente una promoción.
Este es un proyecto colectivo, de la promoción XXII de Los Reyes Rojos, que decidió juntarse con tanta gente diferente de su propio salón, cual retazos de tela. Y así, aún siendo diferentes, construir algo juntos. Pues eso terminó siendo, una cenicienta reciclada en cuanto a vestuario, escenas, actores, personajes y demás.
A pesar de haber sido un año muy difícil, creo que el mejor regalo que se le puede dar a una persona que luchó tanto por crear un colegio donde nos pudiéran educar así, es demostrándole que su esfuerzo no fue en vano, tampoco con nosotros y que sabemos que de esta forma es la mejor manera de decirle lo grandes que somos y lo unidos que podemos llegar a ser.
Todo siempre es por él.


Gracias,
Maria Josefa Duarte
PROM XXII CONSTANTINO CARVALLO REY


DEL JUEVES 4 AL DOMINGO 7 DE DICIEMBRE!
COLEGIO LOS REYES ROJOS

10 soles

Acerca de como me despedí del colegio

Los Reyes Rojos, es y será siempre muy importante para mí. Hace poco escribí este comentario para la revista que compartiré aquí.

He estado en este colegio desde 3 años y he visto como ha ido transformándose a través del tiempo. No muchos alumnos pueden decir que de chiquitos los llevaron a campamentos lejos de sus casas y de su familia, que los llevaron a la playa cada primer viernes del año y mucho menos que les enseñaron profesores a los que realmente les importaron. He vivido caminatas por el río y largas noches de fogata. Cosas que solo este colegio me pudo dar. En este colegio siempre me hicieron sentir que los profesores eran personas a las que se les podía tratar como eso, personas a las que se las podía conocer, entender y sobre todo querer. Pocos somos los que podemos decir que estudiamos en un colegio lleno de tradiciones y costumbres. Recuerdo siempre con cariño el día del profesor, las idas al cine, los dos campamentos y el viaje anual, las pruebas de sexto y demás. Ahora que estoy en quinto y ya voy a terminar, esas cosas son las que más voy a extrañar. Pero tal vez lo más duro de irme sea el temor a perder la esencia del colegio, de olvidar la forma sutil en la que me enseñaron a siempre luchar contra las injusticias y quejarme de ello. No quiero olvidar nunca todo lo que sentí y siento por este colegio, porque me crió para ser como soy. Aquí conocí a una de las personas más importantes en mi vida. Cuando era más pequeña siempre veía a Constantino caminar por el hall, me hacia sentir una extraña mezcla entre temor y curiosidad. Mis hermanos me habían contando tantas historias… que me moría de ganas de conocerlo. Mientras fui creciendo Constantino se fue acercando un poco más a mí y a mi salón. Sabía tanto acerca de todo… que era imposible no sentarse a escucharlo. Recuerdo exactas un par de frases que alguna vez me dijo. Lo más importante este año fue verlo sentado en impro solo porque se lo pedí mil veces, verlo aplaudirme fue lo mejor del mundo, porque sentí que por más que siempre fui una alumna más de los muchos del salón aun así existía un espacio para mí en su corazón. Y después de todo lo que hemos pasado este año y lo difícil que ha sido continuar… me quedo con el recuerdo de aunque sea haber conocido todo lo que quiso dejarnos y lo que construyó para que muchos de nosotros pudiéramos crecer en un lugar mejor.

Espero que esto nunca desaparezca del colegio y de nosotros para que podamos salir del colegio como el quiso, siendo buenas personas. Él me enseñó que uno si puede luchar por sus sueños.

Voy a extrañar mucho el colegio y quisiera hablar de todos pero no acabaría nunca.

Gracias a todos, de verdad.

Pepa


lunes, 3 de noviembre de 2008

Obsesión

Bajo el cielo oscuro una vez lloré. Y traté de alcanzar el conejito blanco de la luna. Tú ya no estabas y había perdido el sentido de soñar. Había dejado de ser yo para convertirme en tu complemento. El pasto estaba helado y frío, pensé en tu corazón.

Tus pies cálidos y suaves entre los míos y el susurro de la brisa en la puerta. El parquet que alguna vez pisamos juntos, el simple hecho del amor. Teníamos un álbum lleno de fotos de nuestra vida, hermosos recuerdos que jamás desaparecerían que nunca querría olvidar.

El árbol me recordaba a mí. A esas horas, y su sombra ya no estaba. Como sufriría él viendo partir día tras día junto con el sol la protección de ella. Alguna vez sostuve el diccionario y en amar hallé tu foto. Era todo tan bello, tan perfecto.
Tan nosotros.

Regaste el tulipán del balcón y recostaste tu cuerpo sobre la hamaca. La limonada... fría. Tu corazón.

Cerré los ojos, pesadilla. Los abrí. ¿Estás aquí? Solo el eco del silencio.
Tendrá que ser rutina, quizá me acostumbre.

Llevabas tus jeans favoritos, cerraste la puerta del armario. Caminaste descalzo por la casa, siempre fue así. Amaba esas tardes de abril, de hecho no podía amar nada sin ti.

El pasto sigue helado pero ahora un poco mojado. La garúa de la noche me acompaña un poco. ¿Y a ti árbol? ¿Aunque sea un poco? Lo sé, para que engañarse.

Teníamos un cuarto muy negro, uno oscuro. Llegabas y enseguida corría a tu encuentro. Dejaba la tele hablando sola, dejaba el limpiador en el comercial y tú los flashes. Bajábamos juntos. Apagabas la luz y el foco incandescente revelaba las caras de las familias, los esposos, los amigos, las carcajadas, los sentimientos ahí plasmados. Capturados en papel, como si quisieran vivir para siempre.

Prometiste bajo una noche estrellada que me amarías siempre. ¿Qué pasó?

Hace días que duermo aquí, justo donde me dejaste. ¿Tal vez espero que regrese, no árbol? ¿Acaso tu no esperas lo mismo todas las mañanas?

Recuerdo los domingos, días muertos. Donde el simple hecho de dormir y levantarse contigo al lado era perfecto. Girar y volver a dormir, solo esperar que el sol o la niebla avivara nuestros cabellos y como jugando despertásemos para volvernos a ver. Solo para saber que seguíamos ahí.

Y ¿qué? ¿Debería irme o no? O es que estas raíces tuyas, árbol, me han sujetado al suelo.

Por las mañanas te observaba despertar, por las tardes regresar. Velaba tu sueño. Pero te ibas, y viajabas por el mundo sin mí.
En tus fotos no solo estaba yo. Y me desesperaba el hecho de pensarte compartiendo la felicidad de otros. Tal vez de otras.

¿Eres mío lo recuerdas? Tú no puedes dejarme, aunque te hayas ido. Regresarás, yo lo sé.

¿Por qué tenias que irte cada mañana? Si eres solo mío deberías estar aquí. Dejé de contestar el teléfono, ahora ya casi no salías. No tenias trabajo, así era más fácil tenerte cerca de mí.

Traté de levantarme. ¡Árbol déjame ir!

Un día me dijiste que te ibas, que una familia pequeña muy lejos quería trabajar contigo. Pero no, eso era mentira. Tenia que serlo, seguro solo querías alejarte de mí. Pues decidí no dejarte.

¡Deberías estar conmigo! Aquí con este árbol que ha sufrido tanto como yo.

Teníamos una ventana, de roble y unas cortinas blancas de encaje azul. Y desde ella se podía ver el patio de la casa de al lado.
Allí vivía una mujer.

Noté algo raro en ti, ahora ya no colgabas la ropa en el tendedero.
Decías que era por comodidad. Yo sabía que la colgabas en la ventana para verla a ella.

Te pedí que no te fueras, que no lo hicieras por favor. Seguro te ibas con ella, así escaparían de mí, del amor infinitivo que alguna vez juraste tenerme.

Frío, frío. Tu corazón.

Tomé la llave de nuestro cuarto. Todo sería otra vez perfecto. Allí en nuestro cuarto recuperarías otra vez ese amor que me tenias. Y volveríamos a ser felices.

-Sé que planeabas huir mi amor, pero no te preocupes. Yo te perdono, solo quédate aquí y piensa en mí. No saldrás hasta amarme de nuevo.

Dormía en la sala arrullada por tus gritos incesantes. Por tus dulces patadas contra el suelo.

Pero un día callaste y supuse que estabas listo para amarme de nuevo, la mujer de a lado ya no estaba. Me había encargado de ella. No tenía familia, fue muy fácil. Solo tuve que amenazarla.

Abrí la puerta, estabas rojo como el día en que nos conocimos. Y no parabas de llorar, cruzaste corriendo el cuarto. Me puse muy feliz pero estiré mis brazos para abrazarte y ya no estabas.

Salí detrás de ti pero no dejabas de correr. Caí cansada al pie de un manzano y te vi partir. No te entendía, me mirabas como si me tuvieras miedo. Como si yo pudiese hacerte daño.

¿Árbol, tu crees que regrese?

Y por qué eres tan bueno conmigo, tu también lo quieres verdad? Haz olvidado a la sombra y ahora lo quieres a él. Maldito, maldito. Como confié en ti. Todos me lo quieren robar, pero el es mío, me pertenece.

Regué tu tulipán una vez más, antes de beber de esa limonada fría y dormir en tu hamaca.

¿Sabes? Después de haber llorado tanto...
Te perdono, solo regresa
Pero por favor hazlo pronto, comienzo a sentir el frío otra vez.